CERRARÉ LA PUERTA

Cerraré la puerta sin hacer ruido, no quiero molestarte. Es mejor así. Hace tiempo que ya no estoy entre tus prioridades. En realidad, nunca lo estuve.

Tonta de mí, me creía muy importante. Me creí todas tus mentiras, sin darme cuenta de que me estabas utilizando. Y tú, encantada, veías cómo me integraba en tu mundo, haciéndolo mío, renunciando a mis cosas para atender las tuyas. Y yo, contenta de serte útil, confundí tu necesidad con amor. Por mi necesidad de amor.

Cerraré la puerta sin dar portazo. Para cuando te des cuenta de que me he ido, estaré muy lejos. Estaré donde me he refugiado durante tu indiferencia.

Disfrutaré del contacto de mis pies descalzos pisando la hierba, húmeda de rocío, con los pulmones llenos de aire fresco, con la mente vacía del humo de tu engaño, con la mirada resuelta a no volverse hacia atrás.

Disfrutaré de las personas que me advirtieron de tu hipocresía y que han esperado, sentadas al lado del camino, para ayudarme a levantar el vuelo otra vez.

Disfrutaré de nuevo de mis pequeñas cosas. Pequeñas, pero mías. Insignificantes, tal vez, pero que le dan sentido a mi vida.

Cerraré la puerta, para no volver a abrirla. Se oxidará la llave en la cerradura y nunca más verás la luz de este lado. Estaré ocupada iluminando otros mundos.

Hoy empieza mi renovación. Pero antes, cerraré la puerta.

Carmen Liñán 18/06/2018